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Resumen de lecturas: «Ana Karenina» y «Si esto es un hombre».

Llevo un tiempo sin subir nada porque andaba ocupada, entre otras cosas, leyendo. Debo indicar, antes de ponerme a describir mis opiniones sobre los libros que leí estos dos meses, que no es que esté comparando ambos solo por ponerlos en el mismo post. Más bien resulta que daba la casualidad de que los leía en ocasiones distintas y justo los acabé a la vez y prefiero ahorrarme escribir dos publicaciones para algo que es de la misma temática.

Ana Karenina, una novela rosa decepcionante.

Empezaré por el que menos me ha gustado, porque así acabamos con buen pie todos. Yo no sabía en qué me estaba metiendo cuando empecé Ana Karenina y, como suelo acostumbrar, no tenía ninguna impresión de lo que era o podía ser el libro. Cuando lo termino es cuando creo esa visión basándonos en lo que experimenté y a la historia de la que entonces ya sé bastante. Me gusta empezar las novelas con una ligera sensación de misterio, como si abriera un tesoro que nunca sabes lo que te va a ofrecer. Y claro, con esta predisposición positiva, es como empiezan mis mayores amarguras. No ayuda mi rechazo a empezar nuevos proyectos (pues leer un libro ES un proyecto) tan largos, que me absorben tanto tiempo y de los que no sé si me prometerá nada a largo plazo.

Ana Karenina es una novela rosa. Pero no solo eso, sino que una bastante mediocre. Está escrita por un noble ruso que tuvo la suerte de poseer una educación rica que le ofreció la oportunidad de redactar en tres o cuatro idiomas a la vez, pero que aparentemente no le sirvió para rellenarle el cerebro. Uno de los personajes, Levin, es literalmente el autor, pegado con cinta adhesiva sobre una historia mediocre de celos y cuernos. Por supuesto, al ser su self insert, vive una vida plena y tiene todos los dilemas que él. No se deja a muy buena luz, aunque lo intenta bajo todos los pretextos, cuando describe la forma de actuar de este noble terrateniente que apenas se podría justificar que hace su único trabajo bien. La temática más interesante de las novelas rusas, al menos las que leí, fue la exploración del nihilismo y la salvación por la fe/religión, pero en «Ana Karenina» apenas se habla de eso en las últimas cien páginas. No solo eso, sino que se supone que el arco de personaje de Levin está influenciado por este dilema, pero no se resuelve ni explora apenas hasta el final, quedando como una apresurada conclusión a ideas incompletas que el autor, Tolstoi, creía muy importantes.

No hay ningún personaje que no sea deplorable, olvidable o repugnante. No destacan por sus virtudes y sus defectos solo se acrecentan y estimulan por la aparente falta de consecuencias de sus fechorías. Sin entrar en detalles, Ana Karenina, la supuesta protagonista, no ve más consecuencias en sus acciones que eventos superficiales en su vida y que se podría argumentar que ella misma causa. Este libro te hace pensar en la maldad del mundo, no de una forma consciente y educativa o siquiera como una reflexión amarga, sino como el accidente de un criminal que se trata de justificar mediante la normalización de su felonía. Y es que Tolstoi, que tan bien se muestra a sí mismo a través de Levin, es el primero en haber sido infiel a su esposa, con la que se peleaba constantemente y a la que obligó a tener múltiples hijos. ¿Por qué la obsesión con la espiritualidad, la honradez o la sencillez si tu vida privada es tan desastrosa? ¿Por qué la mención tan superficial de lo que es tan evidentemente una traición a otro humano que te quiere y te cuida y que no te ha dado ninguna razón para el maltrato? Todo el libro se trata de insuflar al lector con una pena artificial, una lástima, por Ana, que es como un huracán que todo lo corrompe y a todo el mundo amarga. Ser una mujer infeliz no es justificación para arruinarle la vida y el futuro a todo hombre involucrado con ella.

En fin, lo único salvable de este libro es la prosa y las frases bonitas que rara vez van cargadas de verdades coherentes con la historia. Es como si Tolstoi hubiera escuchado hechos interesantes por ahí y los metiera en su obra porque sabe que son buenos, pero no entendiera por qué. Su entendimiento del funcionamiento humano se ve desperdiciado en personas mediocres e irrelevantes y, sinceramente, el libro podría haber durado 600 páginas. Hay múltiples capítulos sobre experiencias personales de Tolstoi en la política o en el campo que realmente no tienen un interés para la trama, que trata de enseñar al lector, pero que le ofrecen un acicalamiento a su ego que es incapaz de rechazar.

Así pues, tenemos a este autor mediocre, escribiendo una historia del montón sobre celos y tragedia, con personajes insoportables sobre los que no puedes sentir cariño porque son más impresiones idealizadas de humanos reales que personas. Y yo me he leído esta bazofia. Si alguien ha llegado aquí, para explorar temas de real relevancia para la época, existe Dovtoieski, que si bien no tiene el mismo estilo de escritura ni tampoco la «cultura», experimentó de primera mano la degeneración rusa y la pobreza y entiende mucho mejor lo que es una vida sin sentido y miserable.

Plot: 2 Personajes: 2 Estilo: 7

Si esto es un hombre, de Primo Levi

Al principio esta historia no me gustó en lo más mínimo. El tono condescendiente y manipulador que tenía el autor, culpando al lector o haciendo que se sintiera aterrado de acciones que no había causado, me estaba deprimiendo. Tal vez sea porque, cuando este libro fue publicado, no había tanta... ¿Concienciación? O al menos tanta presencia mediática del holocausto. Como contemporánea, no me parecía necesario ni adecuado culparme por algo así. Sin embargo, esto duró poco. Y lo más extraño de la narrativa es que abandonó por completo la culpabilización cuando entró al campo de exterminación. Se volvió una lectura interesante, reflexiva, objetiva y terrorífica sobre cómo operaban los alemanes estos campos. Es muy llamativo como ciertas personas, ante cualquier adversidad, logran encontrarse con oportunidades o destacan sobre los demás. Me sería imposible creer en mi supervivencia en un campo así y esa realmente fue la triste historia de la mayoría, muertos sin consuelo ni esperanza. Y, sin embargo, había personas que conseguían escaparse de las palizas, que obtenían raciones extra de comida, que vendían lo que robaban o que seducían a otros con acceso más privilegiado que ellos. Hay gente que es extraordinaria y tal vez esas habilidades hubieran permanecido durmientes en ellos sin los problemas de los que lograron huir.

La supervivencia en un mundo así depende mucho de la suerte. Cuándo entrabas al campo, si al final o al principio de la catástrofe, si eras judío o hungaro o incluso polaco. Si hablabas varias lenguas, si eras mujer u hombre, si tenías una carrera con provecho militar. Si aprendías rápido cómo funcionaba la enfermería, si conseguías que no te seleccionaran. Hay miles de factores que no se pueden controlar y que te atan las manos. Sin embargo, también hay acciones que uno no pensaría que siquiera fueran relevantes y aun así había personas que, instintivamente, sabían que iban a asegurarles una ventaja estratégica. Gastar comida en jabón, lavarse la ropa, seducir con compasión, ser divertido o excepcionalmente fuerte... Elementos que sin ninguna esperanza de salvación apenas se te pasarían por la cabeza.

Excuso la escritura fría, pobre y simple del autor, puesto que no es escritor y esto no es una novela. Es químico, científico, y escribe como tal. No supe este detalle hasta el final, cuando se puso a responder preguntas comunes sobre su libro. Esto mejoró considerablemente la nota que creía darle, puesto que es sorprendente lo coherente que es dada su poca experiencia con la escritura. Es cierto que era un hombre de cultura, que sabía de literatura clásica italiana, pero eso no asegura una habilidad al expresar ningún tipo de historia en un libro.

Es el único libro de no ficción que me ha gustado hasta la fecha, del que he sacado valiosas lecciones y del que he podido aprender sobre la humanidad. Lo recomiendo encarecidamente.

Review del mes

Me hubiera gustado haber terminado Ana Karenina en septiembre, puesto que me había propuesto hacerlo así, pero como empezó la universidad me vi incapaz de seguir una novela que no me estaba gustando, sobre todo en las partes más densas. No creo que hubiese sido más ameno en audiolibro, puesto que los rants de política son insufribles en cualquier formato. Si a alguien le gusta el romance sinsentido, ese libro es para él.

Ahora me voy a leer el segundo tomo del señor de los anillos, para hacer una exposición de mis ideas sobre la trilogía y sobre el autor en un futuro. También lo haré para descansar un rato de la tortura que ha supuesto Tolstoi y la seriedad que requería primo levi.

Hasta más ver.

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